El Señor dijo “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mt. 19:14). El apóstol Pedro dijo “Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos” (Hch. 2:39). Y el apóstol Pablo dijo que “vuestros hijos… son santos” (1 Co. 7:14). Como iglesia reformada, presbiteriana y bíblica creemos que los hijos de los creyentes, por muy pequeños que sean, también son discípulos de Cristo. Ellos nacen y crecen en una vida de discipulado. Por esa razón, nuestros esfuerzos en educación teológica y cristiana no solo se centran en los adultos sino también en las familias y, especialmente, en los infantes. El deber de bautizar a los niños va acompañado de la obligación de discipularles para Cristo.
Él discipulado diario que los padres deben tener en casa es importante, pero como comunidad también nos involucramos activamente en la educación bíblica de los hijos del pacto. Por esta razón, el ministerio de niños es uno bastante importante en nuestra congregación. Queremos una iglesia generación, y por ello trabajamos en las próximas generaciones. Nuestros hijos serán los futuros líderes y pastores de la congregación y por ello nos tomamos muy en serio su educación.
Todos los domingos, de 9:30 a 10:00 a.m. los niños de nuestra iglesia son enseñados en las verdades bíblicas. Maestros y maestras capacitadas se esfuerzan diligentemente para que estas clases sean dirigibles, dinámicas y entendibles a nuestros infantes. Además, esporádicamente se organizan y realizan actividades en parques y plazas con ellos para que puedan crecer en hermandad cristiana y conocimiento bíblico.
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